Sunday, April 24, 2011

Kinetoscopio :: El Informador

GUADALAJARA, JALISCO (24/ABR/2011).- Sin límites abriga tintes de parábola contemporánea. Refundido entre la estructura de su trama y los giros de la acción, propone un proverbial comentario sobre la injerencia de las adicciones en la vida de la sociedad moderna. Como punto de partida invita a imaginar la existencia de una píldora maravillosa que permite a quien la engulle convertirse en un genio. Luego en el desarrollo revisa y actualiza un par de ficciones vetustas y honorables como la leyenda de Fausto, y el relato de las transformaciones del doctor Jekyll en señor Hyde. 

También repite sin ambages el absurdo de que los humanos usamos tan sólo una parte del cerebro. Aunque se trata de un simple pretexto dramático, toda la argumentación de la película descansa sobre tan curiosa superstición, así que vale la pena dedicarle unos cuantos renglones al asunto.

Por lo general, los textos de superación personal, autoayuda, psicología popular y otras prácticas charlatanas, declaran con la mayor contundencia que las personas en la vida cotidiana subsistimos haciendo trabajar nuestro cerebro nada más al 10 ó al 20 por ciento de su capacidad. La información carece de base científica, y es semejante a afirmar, de otro órgano, que si comemos un caramelo sólo una pequeña porción del estómago se encarga de digerirlo.

Además como señala cualquier manual elemental de neurociencias, hablar del cerebro no es equivalente a hablar del estómago, sino más bien del sistema digestivo. El cerebro tiene distribuidas sus operaciones por zonas, donde grupos especializados de redes neuronales se dedican a la información de los sentidos, la memoria, el habla, el movimiento, las emociones y las funciones vitales. En consecuencia siempre utilizamos todo nuestro cerebro, sólo que los procesos de activación e intercambio electroquímico ocurren, dependiendo de la necesidad y el propósito, ya sea en serie o paralelamente.

Aclarado el punto volvemos a la película cuyo insensato argumento no tiene remedio. Quedando entonces  la opción de considerar de modo más llano la capacidad de los creadores para hilvanar acontecimientos, e ilustrar situaciones.  La guionista y el director recurren a diversos trucos del oficio para dar unidad y tensar la historia. Inician la narración a medio camino con el personaje enfrentando un acontecimiento de vida o muerte, de ahí, ayudados por la voz interior del protagonista, nos remiten al verdadero principio. No es costumbre extraña en el cine, ésta de que una figura al borde de la desgracia se ponga a relatar quién es y de dónde viene. Lo que sí es de notar es la curiosa asimilación de la mutación del personaje a una visión específica del éxito social. En su etapa normal es un escritor frustrado y desaseado, la imagen de un pobre diablo.

Mientras en sus arrebatos de genio, es un financiero de primera línea que, además de aprender idiomas al vuelo y saber pelear gracias a sus recuerdos de las películas de karatecas, escribe sin esfuerzo un libro “grandioso” en el lapso de cuatro días.

Sin límites (Limitless), EUA, 2011. Dirección: Neil Burger. Guión: Leslie Dixon. Actuación: Bradley Cooper, Abbie Cornish, Robert De Niro.

Source: http://www.informador.com.mx

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