Monday, March 21, 2011

Cine comentario: Limitless

Dicen que una persona promedio utiliza máximo 20 por ciento de su capacidad cerebral.

Este desperdicio de talento que tanto ha preocupado a los científicos a través de lo siglos encuentra una hipotética solución en el filme de ciencia ficción y suspenso Limitless.

Igual que la depresión, la impotencia sexual y otros males que afectan al hombre contemporáneo, el bajo rendimiento cerebral puede ahora ser curado con una milagrosa pastillita patentada por un poderoso laboratorio farmacéutico.

El nuevo invento cae como anillo al dedo en la mano de Eddie Morra, escritor aspirante, víctima de un bloqueo mental que no le permite terminar su novela.

Para empeorar las cosas, el frustrado novelista interpretado por Bradley Cooper acaba de ser abandonado por su adorada novia ( Abbie Cornish ).

En medio del caos y la desesperación existencial, Eddie se convierte en uno de los primeros consumidores de NTZ, píldora capaz de estimular y despertar 80 por ciento del cerebro que permanece dormido.

La droga capaz de convertir un retardado mental en un brillante genio, ofrece resultados inmediatos.

El libro de Eddie empieza a escribirse por sí solo en directa proporción al número de pastillas consumidas. Además, el escritor se convierte de manera instantánea en políglota y prodigio musical.

Como si fuera poco, Eddie enfila su talento hacia Wall Street, donde el millonario Carl Van Loon ( Robert De Niro ) intenta aprovecharse de su genialidad desbordante.

Como cualquier droga, la pastilla de la genialidad también posee sus efectos secundarios; razón por la cual Eddie tiene que complementar la dosis de NTZ con otros fármacos cuando ve que su creatividad aún navega en el limbo.

A primera vista, Limitless funciona como una sátira contra los jóvenes adictos a la cocaína y otro tipo de drogas que ofrecen gratificación inmediata.

La cinta también parece retratar las aspiraciones de quienes concursan en The Apprentice u otros reality shows buscando convertirse en exitosas estrellas en un instante.

Durante la primera parte del filme, el director Neil Burger capta con gran precisión la vida nocturna en que se mueve el sexy, brillante y carismático Eddie, quien deambula en medio de los más sofisticados bares, restaurantes y discotecas.

Una cámara frenética retrata la artificial, pero desbordante felicidad que experimenta el personaje protagónico. Este logro es exacerbado gracias al uso de colores saturados y la euforia que despierta una trepidante banda sonora.

No obstante, la excitación desaparece en la segunda mitad del filme, cuando la trama decide transitar en los trillados caminos de la conspiración y la intriga.

Como la estimulante pastilla NTZ, Limitless produce excitación por un rato, pero después pierde su efecto y se vuelve aburrida.

En materia de actuación, Cooper convence como un joven artista aspirante viviendo el éxtasis de la vida, pero queda muy mal parado cuando la trama lo lleva casi al borde del abismo; situación que le exige mostrar la vena dramática que aún no ha cultivado.

Como casi siempre, De Niro ofrece una actuación sólida, pero el personaje que interpreta presenta ciertas fallas de construcción en el guión que el trabajo del actor no puede disipar. Algo peor sucede con las actrices, quienes aparecen subutilizadas.

Uno se queda pensando si el director Cooper (The Illusionist) no es adicto a los estimulantes o simplemente que, como el personaje de la película, no tomó la dosis suficiente para despertar su creatividad artística.

Dicen que el espectador de cine no utiliza más de 20 por ciento de su cerebro para apreciar una película. Para ver Limitless, este porcentaje sobra y basta.

Envíe su opinión a comentarios@elsentinel.com.

Source: http://www.sun-sentinel.com

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